POR JIDDU KRISNAMURTHI
La educación no es la simple
adquisición de conocimientos, ni coleccionar y correlacionar datos, sino ver el
significado de la vida como un todo. Pero el todo no se puede entender desde
una parte, que es lo que intentan hacer los gobiernos, las religiones organizadas
y los partidos autoritarios.
La educación tradicional hace
sumamente difícil el pensar independiente. El conformismo conduce a la
mediocridad. Ser diferente del grupo o resistirse al ambiente no es cosa fácil,
y a menudo es arriesgado, en tanto rindamos culto al éxito. El deseo de obtener
éxito en la vida, que es perseguir una recompensa, ya sea en lo material o en
el así llamado mundo espiritual, la búsqueda de seguridad interna o externa, el
anhelo de comodidad, todo este proceso ahoga el descontento, pone fin a la
espontaneidad y engendra temor; y el temor bloquea la inteligente
comprensión de la vida. A medida que envejecemos, la mente se embota y se
insensibiliza el corazón.
En la búsqueda de comodidad
generalmente nos refugiamos en un rincón de la vida, donde haya el menor
conflicto posible, y salir de este aislamiento nos asusta. Este miedo a la
vida, este temor a la lucha y a las nuevas experiencias, mata en nosotros el
espíritu de aventura. El sistema donde crecemos y nos educamos nos hace temer
ser diferentes de nuestro vecino, o pensar de forma opuesta a la norma
establecida por la sociedad, que equivocadamente venera la autoridad y la
tradición.
Por fortuna hay algunas personas
serias, dispuestas a examinar nuestros problemas humanos, sin prejuicios ni de
la derecha ni de la izquierda. Pero en la gran mayoría no existe el espíritu de
descontento ni de rebeldía. Cuando sin comprensión cedemos ante las
circunstancias del entorno, el espíritu de rebeldía que pudiéramos haber
tenido, desaparece y nuestras responsabilidades pronto le ponen fin.
Rebeldía Necesaria
La rebeldía es dos clases: la
violenta, que es meramente reaccionar, sin entendimiento, contra el orden
establecido, y la rebeldía profundamente psicológica de la inteligencia. Hay
muchos que se rebelan contra la ortodoxia establecida sólo para caer en otras
ortodoxias, en otras ilusiones y en ocultas indulgencias para consigo mismos. Lo
que generalmente sucede es que nos separamos de un grupo o un conjunto de
ideales y nos identificamos con otros grupos y otros ideales, creando así una
nueva norma de pensamiento, contra la cual tendremos que rebelarnos más
adelante. La reacción sólo produce oposición y la reforma necesita reformas
ulteriores.
Pero hay una rebeldía inteligente
que no es reacción y que viene con el conocimiento propio, al darnos cuenta de
nuestros propios pensamientos y sentimientos. Es sólo cuando nos enfrentamos
con la experiencia tal como se presenta, sin evitar lo que nos perturba, que
mantenemos alerta nuestra inteligencia. La inteligencia sumamente
despierta es intuición, y es la única verdadera guía de la vida.
Significado de la Vida
Ahora bien, ¿cuál es el
significado de la vida? ¿Para qué vivimos y luchamos? Si nos educamos
simplemente para conseguir honores, alcanzar una buena posición o ser más
eficientes, tener un mayor dominio sobre los demás, nuestras vidas estarán
vacías y carecerán de profundidad. Si nos educamos para ser meros científicos,
eruditos casados con los libros, o especialistas adictos a los conocimientos,
estaremos contribuyendo a la destrucción y a la desdicha del mundo.
Aunque la vida tenga un sentido
más alto y noble, ¿qué valor tiene la educación si jamás lo descubrimos?Podemos
ser muy instruidos, pero si no tenemos una profunda integración entre
pensamiento y sentimiento, nuestras vidas resultan incompletas, contradictorias
y atormentadas por innumerables temores. Mientras la educación no cultive
una visión integral de la vida, tiene muy poco significado.
En nuestra civilización actual
hemos dividido la vida en tantos compartimentos que la educación tiene muy poco
sentido, excepto cuando aprendemos una profesión o una técnica determinada. En
vez de despertar la inteligencia integral del individuo, la educación lo
estimula para que se adapte a un patrón, y, por lo tanto, le impide la
comprensión de sí mismo como un proceso total. Intentar resolver los múltiples
problemas de la vida en sus respectivos niveles, separados como están en
diversas categorías, indica una absoluta falta de comprensión.
Integración
El individuo se compone de
diferentes entidades, pero acentuar esas diferencias y estimular el desarrollo
de un tipo definido, conduce a muchas complejidades y contradicciones. La
educación debe efectuar la integración de estas entidades separadas, porque sin
integración la vida se convierte en una serie de conflictos y sufrimientos. ¿De
qué vale que nos hagamos abogados, si perpetuamos los litigios? ¿De qué sirve
el conocimiento, si continuamos en la confusión? ¿De qué valen las habilidades
técnicas e industriales si las usamos para destruirnos? ¿Cuál es el sentido de
la existencia si nos ha de llevar a la violencia y a la completa desdicha?
Aunque tengamos dinero o podamos ganarlo, aunque disfrutemos de nuestros
placeres y tengamos nuestras organizaciones religiosas, estamos en conflicto
permanente.
Debemos distinguir entre lo
personal y lo individual. Lo personal es accidental; y entiendo por accidental
las circunstancias de nacimiento, el ambiente en que nos hemos criado, con su
nacionalismo, supersticiones, diferencias de clase y prejuicios. Lo personal o
accidental es sólo momentáneo, aunque ese momento dure toda una vida. Y
puesto que los actuales sistemas educativos están basados en lo personal,
accidental o momentáneo, como resultado distorsionan el pensamiento e inculcan
temores autodefensivos.
Todos nosotros hemos sido
entrenados a través de la educación y el entorno a perseguir el logro personal
y la seguridad, y a luchar por nosotros mismos. Aunque lo disimulemos con
eufemismos, hemos sido educados para las diversas profesiones dentro de un
sistema basado en la explotación y el miedo codicioso. Tal entrenamiento tiene
inevitablemente que traer confusión y miseria a nosotros y al mundo, porque
crea en cada individuo barreras psicológicas que le separan y le mantienen
aislado de los demás.
La educación no consiste en un
mero instruir la mente. La instrucción contribuye a la eficiencia, pero no
genera integración. Una mente educada de esta manera es continuación del
pasado; una mente así nunca podrá descubrir lo nuevo. Por esa razón, para
averiguar en qué consiste la verdadera educación, tenemos que investigar el
sentido global de la vida.
Para la mayoría de nosotros el
significado de la vida en su totalidad no es de primordial importancia, y
nuestra educación subraya los valores secundarios, haciéndonos meramente
expertos en alguna rama del saber. Aunque el saber y la eficiencia son necesarios,
el recalcarlos demasiado sólo nos lleva al conflicto y a la confusión.