viernes, 27 de julio de 2012

LA EDUCACIÓN Y EL SIGNIFICADO DE LA VIDA



POR JIDDU KRISNAMURTHI
La educación no es la simple adquisición de conocimientos, ni coleccionar y correlacionar datos, sino ver el significado de la vida como un todo. Pero el todo no se puede entender desde una parte, que es lo que intentan hacer los gobiernos, las religiones organizadas y los partidos autoritarios.
La educación tradicional hace sumamente difícil el pensar independiente. El conformismo conduce a la mediocridad. Ser diferente del grupo o resistirse al ambiente no es cosa fácil, y a menudo es arriesgado, en tanto rindamos culto al éxito. El deseo de obtener éxito en la vida, que es perseguir una recompensa, ya sea en lo material o en el así llamado mundo espiritual, la búsqueda de seguridad interna o externa, el anhelo de comodidad, todo este proceso ahoga el descontento, pone fin a la espontaneidad y engendra temor; y el temor bloquea la inteligente comprensión de la vida. A medida que envejecemos, la mente se embota y se insensibiliza el corazón.
En la búsqueda de comodidad generalmente nos refugiamos en un rincón de la vida, donde haya el menor conflicto posible, y salir de este aislamiento nos asusta. Este miedo a la vida, este temor a la lucha y a las nuevas experiencias, mata en nosotros el espíritu de aventura. El sistema donde crecemos y nos educamos nos hace temer ser diferentes de nuestro vecino, o pensar de forma opuesta a la norma establecida por la sociedad, que equivocadamente venera la autoridad y la tradición.
Por fortuna hay algunas personas serias, dispuestas a examinar nuestros problemas humanos, sin prejuicios ni de la derecha ni de la izquierda. Pero en la gran mayoría no existe el espíritu de descontento ni de rebeldía. Cuando sin comprensión cedemos ante las circunstancias del entorno, el espíritu de rebeldía que pudiéramos haber tenido, desaparece y nuestras responsabilidades pronto le ponen fin.
Rebeldía Necesaria
La rebeldía es dos clases: la violenta, que es meramente reaccionar, sin entendimiento, contra el orden establecido, y la rebeldía profundamente psicológica de la inteligencia. Hay muchos que se rebelan contra la ortodoxia establecida sólo para caer en otras ortodoxias, en otras ilusiones y en ocultas indulgencias para consigo mismos. Lo que generalmente sucede es que nos separamos de un grupo o un conjunto de ideales y nos identificamos con otros grupos y otros ideales, creando así una nueva norma de pensamiento, contra la cual tendremos que rebelarnos más adelante. La reacción sólo produce oposición y la reforma necesita reformas ulteriores.
Pero hay una rebeldía inteligente que no es reacción y que viene con el conocimiento propio, al darnos cuenta de nuestros propios pensamientos y sentimientos. Es sólo cuando nos enfrentamos con la experiencia tal como se presenta, sin evitar lo que nos perturba, que mantenemos alerta nuestra inteligencia. La inteligencia sumamente despierta es intuición, y es la única verdadera guía de la vida.
Significado de la Vida
Ahora bien, ¿cuál es el significado de la vida? ¿Para qué vivimos y luchamos? Si nos educamos simplemente para conseguir honores, alcanzar una buena posición o ser más eficientes, tener un mayor dominio sobre los demás, nuestras vidas estarán vacías y carecerán de profundidad. Si nos educamos para ser meros científicos, eruditos casados con los libros, o especialistas adictos a los conocimientos, estaremos contribuyendo a la destrucción y a la desdicha del mundo.
Aunque la vida tenga un sentido más alto y noble, ¿qué valor tiene la educación si jamás lo descubrimos?Podemos ser muy instruidos, pero si no tenemos una profunda integración entre pensamiento y sentimiento, nuestras vidas resultan incompletas, contradictorias y atormentadas por innumerables temores. Mientras la educación no cultive una visión integral de la vida, tiene muy poco significado.
En nuestra civilización actual hemos dividido la vida en tantos compartimentos que la educación tiene muy poco sentido, excepto cuando aprendemos una profesión o una técnica determinada. En vez de despertar la inteligencia integral del individuo, la educación lo estimula para que se adapte a un patrón, y, por lo tanto, le impide la comprensión de sí mismo como un proceso total. Intentar resolver los múltiples problemas de la vida en sus respectivos niveles, separados como están en diversas categorías, indica una absoluta falta de comprensión.
Integración
El individuo se compone de diferentes entidades, pero acentuar esas diferencias y estimular el desarrollo de un tipo definido, conduce a muchas complejidades y contradicciones. La educación debe efectuar la integración de estas entidades separadas, porque sin integración la vida se convierte en una serie de conflictos y sufrimientos. ¿De qué vale que nos hagamos abogados, si perpetuamos los litigios? ¿De qué sirve el conocimiento, si continuamos en la confusión? ¿De qué valen las habilidades técnicas e industriales si las usamos para destruirnos? ¿Cuál es el sentido de la existencia si nos ha de llevar a la violencia y a la completa desdicha? Aunque tengamos dinero o podamos ganarlo, aunque disfrutemos de nuestros placeres y tengamos nuestras organizaciones religiosas, estamos en conflicto permanente.
Debemos distinguir entre lo personal y lo individual. Lo personal es accidental; y entiendo por accidental las circunstancias de nacimiento, el ambiente en que nos hemos criado, con su nacionalismo, supersticiones, diferencias de clase y prejuicios. Lo personal o accidental es sólo momentáneo, aunque ese momento dure toda una vida. Y puesto que los actuales sistemas educativos están basados en lo personal, accidental o momentáneo, como resultado distorsionan el pensamiento e inculcan temores autodefensivos.
Todos nosotros hemos sido entrenados a través de la educación y el entorno a perseguir el logro personal y la seguridad, y a luchar por nosotros mismos. Aunque lo disimulemos con eufemismos, hemos sido educados para las diversas profesiones dentro de un sistema basado en la explotación y el miedo codicioso. Tal entrenamiento tiene inevitablemente que traer confusión y miseria a nosotros y al mundo, porque crea en cada individuo barreras psicológicas que le separan y le mantienen aislado de los demás.
La educación no consiste en un mero instruir la mente. La instrucción contribuye a la eficiencia, pero no genera integración. Una mente educada de esta manera es continuación del pasado; una mente así nunca podrá descubrir lo nuevo. Por esa razón, para averiguar en qué consiste la verdadera educación, tenemos que investigar el sentido global de la vida.
Para la mayoría de nosotros el significado de la vida en su totalidad no es de primordial importancia, y nuestra educación subraya los valores secundarios, haciéndonos meramente expertos en alguna rama del saber. Aunque el saber y la eficiencia son necesarios, el recalcarlos demasiado sólo nos lleva al conflicto y a la confusión.

EL CAMPO MAGNETICO HUMANO AFECTA A LA TIERRA




¿Qué es una existencia basada en el corazón?
En los últimos años, nuestra propia ciencia ha hecho un descubrimiento radical y revolucionario que cambia todo en relación a la manera en que pensamos en nosotros mismos y en el mundo.
Descubrieron que cuando creamos emociones basadas en el corazón, tales como gratitud, aprecio, cuidado - literalmente, usando el músculo del corazón para crear estas emociones - lo que en realidad estamos haciendo es generar un campo magnético dentro de nuestro cuerpo, que es parte del campo magnético de la Tierra que experimenta el cambio.
El campo magnético de la Tierra se eleva, cae y regula todo, desde el clima, hasta las capas de hielo y los niveles del mar.
Este campo magnético une toda vida sobre la Tierra, desde una brizna de pasto hasta una hormiga, desde un pececillo de color, a un hámster, a nosotros mismos.

Campos Magnéticos
Los científicos descubrieron esto por primera vez durante el 11 de septiembre, cuando nuestros satélites, a 35.000 kilómetros en el espacio, comenzaron a registrar cambios en el campo magnético de la Tierra, cuando los seres humanos estaban teniendo emociones por lo del 11 de septiembre y del World Trade Center. Esto fue una sorpresa para la ciencia.

Se preguntaron: « ¿Por qué la gente que experimentaba el 11 de septiembre podía afectar a los campos magnéticos de la Tierra? No existe ninguna conexión, ¿no es cierto?» Bien, es incorrecto. Ellos descubrieron que existe una conexión y esto ha llevado a lo que se llama el Proyecto de Iniciativa de Coherencia Global.
¿Es algo así como una toma de conciencia o una especie de bio retro alimentación?

Es parte de eso. Cuando creamos esta coherencia dentro de nuestros cuerpos, esto desencadena cerca de 1.400 cambios bioquímicos. Comienzan los procesos de rejuvenecimiento.

El nivel de la hormona DHEA (dehidroepiandrosterona) -hormona dadora de vida - sube en nuestros cuerpos. Nuestro sistema inmunológico se fortalece realmente. Pensamos con más claridad. Nos volvemos menos agresivos. 
Los campos magnéticos del corazón ahora se están documentando. Estamos enfrentados a los mayores desafíos de los últimos 5.000 años de la historia humana registrada.

Mientras enfrentamos los grandes desafíos de nuestros tiempos, nos preguntamos: «¿Qué podemos hacer?» Aquí está lo que podemos hacer. Podemos aprender el idioma del campo magnético que está creando los cambios y contribuir a que ese campo sea llevado desde el caos hacia el orden.
Podemos influir en los campos mismos que están creando el cambio. Los mayas no nos pueden decir cómo termina este ciclo, porque nosotros estamos escribiendo su desenlace mientras lo estamos viviendo en este mismo momento.

Se ha sembrado temor respecto del 2012 que provoca tensión en algunas personas, pero tenemos la capacidad para regular el campo magnético mediante ajustar la forma en que trabajamos juntos, a través de nuestros corazones. La clave es: tenemos que trabajar unidos para hacerlo.

Cuando muchos de nosotros nos reunimos y creamos un sentimiento común,  a esa experiencia se la llama ‘coherencia’. La coherencia en efecto puede medirse. Tiene una frecuencia de 0,10hertz. Ésa es la medida de la coherencia creada entre el corazón y el cerebro.

LA SENDA DEL CORAZON




Por el Dr. Gerard Encausse - Papus 
Conozco un hombre sencillo que nunca ha leído un libro y que, sin embargo, puede resolver los más mañosos problemas de la ciencia mejor que muchos científicos famosos.
Hay gente humilde sin calificaciones académicas ni experiencia médica para quienes el cielo es tan accesible que los enfermos son sanados a petición suya y los malvados sienten que sus corazones se consumen en amorosa bondad con su contacto.
Juana de Arco nunca había leído un tratado sobre estrategia ni visto un campo de batalla pero derrota en su primer intento a los grandes estrategas de su tiempo.
¿Como pudo ser esto?
Es muy sencillo: porque ella se sometió completamente a la Voluntad Divina y no cuestión al Invisible como hubiese hecho un adepto del plano intelectual.
Deberá uno entonces maravillarse con la embrollada forma en que los críticos miran a estas criaturas animadas por la "viviente luz del Padre" y que son generalmente conocidas como quietistas o místicos?
Ellos (los adeptos del plano intelectual) no pueden comprenderlos porque tratan de medir facultades universales con las limitadas capacidades de sus cerebros.
Porque no puede entenderlo, el crítico insulta al místico y lo tiene en menosprecio,mientras que el místico ora por su atormentador y continúa con su labor de amor.
El sendero del desarrollo espiritual es sencillo y recto hacia delante:
• "Vive siempre para los demás y nunca para ti";
• "Haz a los demás como quieres que se te haga en todas las cosas";
• "Nunca hables o pienses mal del ausente";
• "Haz lo difícil en lugar de hacer lo que deseas";
Estas son algunas de las fórmulas de la senda mística que conduce a la humildad y la oración.

Existe una forma de purificación física muy querida por el corazón del adepto del plano intelectual: es el vegetarianismo, que debilita la atracción de lo físico.
Pero esta purificación no significa nada sin embargo, si al purgar el cuerpo de la influencia animal, no purgamos el cuerpo astral del egoísmo y el influjo de la vanidad, cien veces más dañinos que los impulsos nacidos de comer carne.
Cuando un hombre piensa que sabe algo y se coloca a si mismo a la par de los Dioses, trabajando para conseguir su salvación personal y se retira en una torre de marfil para purificarse.
¿Por qué ha de dársele algo?
Piensa que tiene lo que necesita y se considera a si mismo como una persona pura y conocedora de todo.
Pero cuando un hombre es sencillo y sabedor de su debilidad, y conoce que su voluntad carece de importancia si no se conforma con las acciones del Padre
Celestial, cuando no está preocupado con su pureza personal ni con sus necesidades sino con el sufrimiento de los demás, entonces el cielo lo reconoce como uno de sus "niños pequeños" y Cristo manda que sea conducido hacia El.
Una madre que ha trabajado toda su vida por educar no solo a sus propios hijos sino a los de gentes más pobres que ella es mayor delante del Eterno que el teólogo pedante y el es llamado adepto tan orgulloso de su pureza.
Esta es una verdad instintiva que impresiona a la gente sin necesidad alguna  demostración porque es una verdad aplicable a todos los niveles.
Por tanto que el estudiante aspire a la simplicidad en lugar de la pedantería y se cuide de los hombres que se presenten como perfectos porque "¡cuanto más alto más dura es la caída!"
La Senda mística requiere  de una ayuda incesante en todas las etapas de la evolución y la perfección.
En el plano físico, ayuda de amigos y maestros que enseñan mediante el ejemplo; en el plano astral, auxilio de los pensamientos de devoción y de caridad que iluminen el sendero y permitan soportar las pruebas por medio de la paz del corazón; por último, en el plano espiritual, asistencia de los Espíritus Guardianes fortalecidos por los sentimientos de piedad hacia todos los pecadores y de indulgencia por todas las debilidades humanas as como orar por todos los ciegos obstinados y por todos los enemigos.
Es entonces, que toda la sombra terrenal desaparece lentamente, que el velo es levantado por un momento y que el Divino sentimiento de saber que nuestras oraciones son escuchadas llena el corazón de coraje y amor.
Habiendo alcanzado ese punto el místico no puede entender la necesidad de las llamadas sociedades eruditas, incluso de aquellas dedicadas al ocultismo, ni de libros tan numerosos, necesarios para explicar cosas tan simples.
Es muy cauteloso con las sociedades y los libros y se retira más y más en comunión con el desamparado y el miserable.
Actúa y no lee más, ora, perdona y ya no tiene más tiempo para juzgar y criticar.
El intelectual, observando semejante hombre, se pregunta ante todo mediante que libros ha alcanzado aquel estado, también a qué tradición pertenece y por último, en que categoría ha de colocarse para... ¡juzgarlo mejor!
Busca la "palabra mágica" que el místico usa para curar a voluntad las más malignas enfermedades, por la forma de hipnotismo que le permite influenciar las mentes de otros de tal manera, incluso a remota distancia, y por el propósito egoísta detrás de todo. 
Y como el intelectual no encuentra en los libros una respuesta a estas preguntas, y como necesita una explicación para reconquistar su serenidad mental, se dice has lo mismo muy gravemente o al círculo de sus admiradores:
"¡Posesión!" o un "¡místico!" o ¡"Simple Sugestión!”... y todo está dicho.
El intelectual, de este modo se hace un poco más vano y el místico, un poco más humilde.
 Y mientras que el estudio, la lectura y el tiempo son necesarios para progresar ven el plano intelectual, nada de esto es necesario para progresar en la senda mística.
Puede ser recorrida casi hasta el final y en una hora de nuestro tiempo terrestre como lo vivió Swedenborg en el primer dia de su misión y como lo hizo Jacob Boehme, o puede tomar 19 años incluso antes que su entrada sea descubierta como fue el caso de Willermoz y muchos ocultistas.
La razón es que la puerta hacia esta senda no es abierta por el buscador sino  por sus guías invisibles y por la fuerza de su ser espiritual.
Por tanto, no hay nada más fácil ni nada más difícil que seguir esta senda.
Está abierta a todos los hombres de buena voluntad y ningún otro hombre es digno de ella.
La entrada es tan baja que solo los niños pequeños pueden entrar.
Como aquellos que acuden a esta puerta son con frecuencia hombres altos y orgullosos que piensan que está por debajo de su dignidad empequeñecerse,  la entrada permanece por mucho tiempo invisible para ellos.

LOS DIEZ PRINCIPIOS DE LA FELICIDAD



Por: Amada Madre Kwan-Yin
l.- Nadie va a darme la felicidad, sólo yo puedo conseguirla. En este primer pensamiento, el ser humano toma la responsabilidad de su vida e inicia una búsqueda y un esfuerzo por encontrar eso que tanto busca.
2.- Yo soy un ser único en toda la tierra, nadie me comprende mejor que yo, y nadie sabe lo que yo necesito mejor que yo. En este segundo principio se dan las bases para eliminar cualquier ofensa que las personas reciban de parte de otras; cualquier comentario que deprima a una persona podrá ser nulificado bajo este principio, ya que la persona reconoce que nadie puede opinar acerca de ella, puesto que nadie la conoce mejor que ella misma.
3.- Lo que recibo ahora es lo que sembré ayer, y lo que siembre ahora será lo que reciba mañana. Este tercer principio permite al ser humano reconocer que los problemas actuales son resultado de acciones incorrectas del pasado, pero que, por lo mismo, el momento presente es el indicado para ir sembrando un futuro.
4.- Ni el pasado ni el futuro pueden lastimarme, sólo el presente tiene valor en mi vida.Entendiendo este cuarto principio, la persona le dará todo el valor que tiene su momento presente y le restará importancia a los hechos pasados que le causan remordimientos, y a los hechos futuros que le causan angustia.
5.- Sólo yo decido lo que debo hacer en este momento. Es decir, el ser humano entiende que las influencias ajenas son tan sólo eso, influencias, y él es el único que puede decidir qué hacer en ese instante.
6.- Sólo en el amor y en la paz interior puedo tomar las decisiones correctas. Es decir, si hemos de actuar en el tiempo presente, tendremos que hacerlo en paz y con amor, pues de esta manera, las acciones que tomemos estarán inspiradas en nuestra más alta capacidad tanto de servicio como de inteligencia.
7.- En mis decisiones tomaré siempre en cuenta el beneficio de los demás. Es decir, tomaré aquellas decisiones que beneficien a la mayor cantidad de personas; de esta forma, mi vida se estará encaminando hacia la más alta gloria que es la de recibir la compensación por el servicio prestado a los demás.
8.- Mi cara es el reflejo de mi estado interior. Es decir, cuidemos siempre el aspecto de nuestro rostro, adornémoslo siempre con la sonrisa, y que los ojos se encuentren siempre prestos a mandar una mirada de amor, porque de esta forma estaremos reflejando la serena armonía de quien ha aprendido a caminar en el sendero de la felicidad.
9.- Soy un hombre al servicio de la humanidad. Es decir, todo lo que yo haga, todo lo que yo diga, todo lo que yo piense o sienta, servirá para gloria de la humanidad, o bien, para perdición de ella.
10.- Yo tengo una misión en la vida, ser feliz y hacer feliz a los demás. Este último principio da sentido a nuestra existencia, y, a la vez, orienta nuestros esfuerzos hacia el beneficio de toda la humanidad.
¿Qué hay más allá de estas claves, qué podríamos decir además de lo mencionado de cada una de ellas? Más adelante veremos, que detrás de estos principios, se encuentra un camino que permitirá a todos los seres humanos, mantener siempre en su mente, las claves que les permitan alcanzar una vida llena de paz y de armonía espiritual.
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"Para aquellos que entienden,
no hay necesidad de explicación.
Para aquellos que no entienden,
no hay explicación posible".

Atrayendo el Éxito

Por el Dr. H. Spencer Lewis, F. R. C.
La generalidad de los seres humanos comienza desde muy temprano en la vida una prosecución extraña. Aún el adolescente que apenas comienza a percibir cómo va desenvolviéndose su personalidad se siente desasosegado por ese extraño deseo de investigar, más, quizás, que por los cambios mentales y fisiológicos que experimenta. De ahí en adelante, el individuo se da cuenta, en los momentos de retrospección e introspección, de un anhelo incumplido, de un deseo insatisfecho.
Creo que sería muy desafortunado para el progreso de la civilización si como por arte de magia de la misteriosa Ley Cósmica, cada uno de nosotros viera de improvisto que sus oraciones hallaran respuesta, sus anhelos se cumplieron y se terminó el afán de investigar. No sólo se acabaría el estímulo que nos impele a adquirir cosas grandes y mejores, sino aún la búsqueda de conocimientos y la insistencia para resolver los misterios de la vida. La civilización se suspendería y comenzaríamos a retroceder.
El que nace artista, o el que logra llegar a serlo adquiriendo fama, nunca se siente verdaderamente satisfecho con su arte. Conozco a muchos que admiten con franqueza no haber cincelado un objeto, pintado un cuadro, grabado o creado algo de su propia invención con lo cual se sintieran por completo satisfechos. Admiten que a menudo ha sido la necesidad lo que ha puesto punto final a alguna de sus obras. Si un artista estudia y a la vez trabaja para ayudarse económicamente, muchas veces se ve forzado a suspender un cuadro de pintura, digamos, únicamente porque se presenta un comprador decidido; y también llega el momento en que se ve precisado a dar el último toque en la obra que ejecuta aún cuando sabe que no la ha terminado por completo. Podría continuar por días, semanas y meses, especialmente si pudiera trabajar en algo más por un corto tiempo para volver a su cuadro de pintura una semana o un mes después y encontrar muchas cosas que pudiera mejorar. Así le sucede al inventor y siempre acontece esto al músico. Lo mismo pasa con el verdadero negociante que trata de desarrollar una ética cultural en su sistema comercial, que procura mejorar su mercancía, sus ventas, su propaganda y el servicio que debe rendir a su clientela. Nunca está enteramente conforme con lo que produce, con el trabajo, apariencia y durabilidad del artículo que vende, con el servicio que da al comprador o con su actuación en general.
Un individuo que se siente completamente ufano, que no encuentra crítica en su interior, por lo regular va al fracaso. Si ha logrado algún éxito en el pasado, el fracaso puede estar ya escrito en el futuro. En el momento mismo que se cree a la mera sombra del triunfo o a unos cuantos pasos de obtenerlo es cuándo más lejos de éste se encuentra. Es la sensación o posibilidad de ser capaz de rendir un servicio mejor, de poder y logro, lo que ha apresurado al hombre al verdadero progreso o hacia la perfección.
Se nos dice en las antiguas narraciones históricas que en la construcción de la Gran Pirámide de Egipto y de los fastuosos templos se obtenía, a falta de maquinaria, la enorme y necesaria fuerza humana mediante el uso liberal del látigo; que los faraones y gobernantes mandaban traer multitudes haciendo que se les pusieran cadenas y se les ciñeran largas piezas de cuero atadas a enormes peñascos, y que arriba de cada piedra iba un capataz que azotaba con un gran látigo a los centenares de esclavos para obligarlos a arrastrarlas. De este modo eran transportadas miles de piedras a un mismo tiempo, cada una por un grupo de esclavos cuyos cuerpos desnudos mostraban huellas ensangrentadas de los azotes. Pero no es este un cuadro exacto, porque puede verse que las piedras cortadas en las canteras de Egipto por aquellos esclavos estaban unidas con cemento sin que hubiera una desportilladura en las orilla, y tampoco los diseños pintados sudando sangre por el excesivo calor y la tortura de las antorchas flameantes podrían haber hecho jamás un trabajo tan bello ejecutado bajo el látigo. Aquellos trabajadores laboraban por la gloria de Egipto, la gloria de un imperio, la gloria de un prestigio que era entonces una influencia poderosa en todo el mundo.
Puede que hubiera estructuras particulares, no sólo en Egipto sino en Roma y Grecia, de individuos que alquilaran esclavos para edificar mausoleos, tumbas, o algo personal, que azotaran a sus esclavos, y quizá las muchas estructuras en ruinas que aún se ven por toda Europa, y tantas otras, ruinosas, edificadas en fecha muy posterior a las Pirámides pero que hoy difícilmente pueden reconocerse, fueron construidas por hombres que trabajaron bajo el azote, hombres que no tenían inspiración ni amor en esa empresa. Pero las cosas duraderas en todo el mundo hechas por los hombres, desde la extraña Torre Inclinada de Pisa que no obstante su inclinación no se cae nunca, hasta los magníficos templos del saber, del arte, de la religión, de la ciencia y la belleza; eso no fue hecho por esclavos sino por fieles adoradores del arte en el que trabajaban.
  Necesidad de cada Época
  Hoy en día sucede lo mismo. En nuestros tiempos modernos tenemos el mismo deseo de alcanzar triunfo, poder individual, poder de clase, poder nacional e internacional. Tenemos el mismo anhelo de que se nos otorgue reconocimiento, de lograr algo y de obtener algunas de las comodidades que ofrece la vida. Y vemos que los que están alcanzando éxito o atrayéndolo son los que laboran fustigados principalmente por el amor, el imperativo de la inspiración y el impulso constante del deseo intenso de superarse.
No se puede reducir el éxito en la vida a un solo elemento, ni reducir la felicidad a una fase nada más de expresión emocional. No se puede decir que la pena o el sufrimiento tienen su fórmula o que la riqueza sigue una norma. No se puede medir el éxito por igual para cada individuo, pues es cosa entera y exclusivamente personal. El triunfo para una persona posiblemente no lo es en el mismo grado para otra.
Tampoco va acompañado todo triunfo de riqueza. Aquello de que carecemos es a menudo lo más tentador, y rara vez entendemos la verdadera naturaleza de las cosas, especialmente de las materiales, hasta que las hemos adquirido. Ni aún podemos comprender la vida misma hasta que hemos bebido de su copa el sabor amargo. Pero con frecuencia aquello que parece evadirnos es lo que quisiéramos poseer.
Hay algunos que no buscan dinero especialmente, aun cuando todo lo que hacen puede ayudarles a aumentar lo que tienen. No es el aumento de la riqueza el verdadero impulso sino el deseo de lograr, de alcanzar la meta que se han señalado en la vida, e ir todavía más lejos.
Hay también otros que no tienen riqueza sino únicamente están a cubierto de las necesidades, pero albergan una sensación de seguridad de que siempre tendrán que comer y un lugar dónde descansar y dormir. Tal vez no buscan riqueza, pero pueden estar poseídos del fuego de una ambición que no pueden calmar aún si se deposita a su nombre en cualquier banco una fuerte suma. Conozco hombres que viven en casas mediocres arrendadas, que no cuentan con las comodidades modernas, a excepción, posiblemente, de una pequeña radio, y que no hacen intentos por poseer los últimos objetos de moda de que disfrutan los vecinos. Puede que ni siquiera tengan un automóvil regular y, sin embargo, no buscan riqueza ni las comodidades y lujos modernos. Pero buscan algo, están inquietos y vigilantes. Cuando hablo con algunos de ellos en mi oficina, me recuerdan a los centinelas de épocas pasadas que durante largos intervalos de tres y hasta cuatro horas permanecían en una atalaya, como las que he visto al Sur de Francia; una vieja torre sobre la colina que dominaba los Baños Romanos, la gran pista, y los edificios de abajo. Hombres que vigilaban si a la distancia veían aproximarse un ejército aun en tiempos de paz. Sus ojos siempre atalayando el horizonte, escuchando lo que se les diga pero a la vez pendientes de captar cualquier sonido extraño como el trotar de corceles. Escuchan algo, buscan algo que necesitan agregar a su vida o apartar de ella. No es una búsqueda de dinero porque muy pronto se da uno cuenta que eso está lejos de su mente.
Buscan éxito en algo
  Si se pudieran ver como en una asamblea a todos los hombres y mujeres tan solo de los Estados Unidos de América que permanecen sentados a solas en un cuarto ante una mesa de trabajo, una hornilla improvisada o una pieza de maquinaria, trabajando en alguna patente, algún invento o artefacto; si se pudiera ver a todas estas personas reunidas, se contemplaría un ejército de hombres y mujeres en profunda concentración que no reparan en la hora, en el frío o en que sus amigos y parientes les esperan, no importándoles nada que no sea la flameante antorcha que está ante ellos, el metal fundiéndose en la hornilla, o el voltear de una rueda o engranaje; su sola ambición o inspiración de la vida está allí, en aquel pequeño cuarto. Y ellos le dirán, este gran ejército de millares de seres jóvenes y viejos de ambos sexos, que el triunfo consistiría para ellos en la solución de lo que están tratando de producir.
Podría preguntársele esto a una viejecita de rostro marchito, como la que estaba en Paris trabajando el radio: ¿Tras de toda la educación que usted ha tenido y todas las brillantes posibilidades que le esperan, de enseñar, dar conferencias y ver el mundo, quiere decir que disfruta más al estar aquí sentada? ¿Le da esto algo para comer? Y ella contestaría “No. Ni siquiera una corteza de pan”. ¿Ropa nueva, entonces? “No, estoy acabando la que ya tengo.” ¿La rejuvenece? “No, he envejecido diez años en los últimos dos que han transcurrido.” ¿Impedirá su muerte? “No, la está apresurando. Ese tubo contiene radio que destruye las células de mi cuerpo. Estoy más muerta que viva.” ¿Qué le sostiene la existencia? “Mi deseo, mi ambición, quiero alcanzar el triunfo; el triunfo que no me traerá sino una expresión de agradecimiento de las multitudes que aguardan.” Eso es lo que significa el éxito bajo el punto de vista de tal o cual persona.
A Dios demos gracias de que ha habido en el pasado millares de seres que han laborado por ese triunfo... Estamos cosechando las recompensas de los que obtuvieron victoria en siglos pasados ... gozando sus frutos. El hombre o mujer que egoístamente busca hoy el éxito, trata de alcanzar algo que no materializará jamás. No digo que nadie esté justificado al trabajar, servir, vivir y esforzarse, de obtener en retorno una compensación que le haga sentirse satisfecho y le capacite para hacer frente a las necesidades de la vida y disfrutar de sus bendiciones, pues eso es un deseo legítimo... Pero debe haber algo más que eso. Si su deseo llega hasta allí, puede que sea encomiable y propio según el juicio de los hombres, pero no ante Dios o la Mente Cósmica. Yo creo que una de las frases más hermosas que se han escrito es aquella que dice: “Dios no podía estar en todas partes e hizo a las Madres”. Pero El también creó hombres y mujeres para que fuesen canales e instrumentos en otras formas de trabajo creativo, y hasta que un individuo, en cualquier sendero de la vida, pueda decir conscientemente “Estoy laborando con Dios, y por Dios como uno de Sus instrumentos” , hasta entonces, repito, podrá conseguir el verdadero éxito. 
Punto de Vista
Uno de los que hacen el servicio de limpieza en las cañerías de la ciudad vino a verme hace poco. Pasaba la mayoría del tiempo debajo de la tierra abriendo las alcantarillas de las calles y bajando a inspeccionar las grandes tuberías para limpiarlas si estaban llenas o arreglarles algún desperfecto. Sólo salía de allí para comer y quizá una o dos veces cada mañana para respirar un poco de aire fresco. Usaba sus ropas más viejas y al terminar el trabajo se iba a su casa donde le esperaban su esposa e hijos.
Se sentía mortificado, pero lo estuvo más aún cuando una tarde, al salir de una alcantarilla, se encontró cerca de una magnífica residencia. Vio que subía por la vereda de la casa un hombre bien vestido, con un maletín de doctor en la mano, y con una sonrisa que animaba su semblante se apresuraba a llegar al pórtico. Entonces, este trabajador que acababa de cerrar la tapa de la alcantarilla tras de la labor cotidiana, se encaminó a la esquina de la casa y se asomó por una gran ventana que daba al salón de recibo. Vio entrar al hombre, quitarse el sombrero, poner su maletín en un estante como si fuera el lugar usual, sentarse frente a su escritorio y desdoblar el periódico. Por la placa que vio a la puerta supo que era la casa de un doctor. Después de algunos momentos entraron sus dos hijas y lo besaron al rodearlo con sus brazos.
El hombre se apartó de allí, pues ya no quiso ver más. Y ahora me preguntaba: “¿Por qué un hombre puede vivir así y yo tengo que vivir de este modo?”
“¿Se resiente de no tener el hogar que el otro tiene?”
“Oh, no, pero, ¿por qué tengo que trabajar en algo que ni siquiera es útil a la humanidad? El puede salir y hacer bien por donde va, salvar vidas y sentir que es uno de los instrumentos de Dios, mientras yo sé que sólo soy uno de los instrumentos más bajos en el mundo.
Le expliqué que en cuanto a curar enfermedades, ayudar a los enfermos y salvar vidas, él podría hacer más para proteger la salud de la gente al desempeñar su trabajo en debida forma que lo que el doctor hiciera; que ese trabajo o alguno similar era por de pronto su misión en la vida. Alguien tenía que hacerlo. Unos hombres construían los caños y otros tenían que conservarlos en estado de limpieza; que uno que estuviera familiarizado con el trabajo eventualmente llegaría a tener un empleo mejor; pero que tal trabajo debía hacerse a pesar de que pareciera insignificante.
No se puede decir cuál trabajo sea más importante, como tampoco podría decirse cuál luz sirve más, si la que alumbra en la esquina de la calle en el gran fanal de cuatro o cinco mil vatios o la pequeña luz que está al extremo del instrumento que usa el cirujano para guiarse al hacer una incisión. El éxito en la vida depende, por un lado, de su contribución a las necesidades de la nación o de la parte en que reside y, por otro, en el cumplimiento de alguna misión Cósmica. El éxito de cada uno depende en hacer lo que le corresponde y hacerlo bien. Pero a los que nada hacen y sólo acechan oportunidades podemos asegurarles que no las encontrarán, hasta que resueltamente salgan al frente con valentía y determinación, dispuestos a prestar servicio no sólo por sus inmediatos intereses o necesidades, y los de su familia, sino en beneficio de toda la civilización.
Universalidad
Si usted se pone en entonamiento con las leyes y principios universales, con las necesidades y requerimientos del universo, gradualmente irá colocándose en el lugar debido...
Hay un lugar para cada uno en el universo y no tenemos que ir a buscarlo alrededor del mundo para poder hallarlo. Usted puede traer a sí ese espacio abierto... Ante todo, hágase universal en su manera de pensar, dándose cuenta de que es uno entre la multitud de Dios y que El no separó a los hombres en razas o nacionalidades ... Eso es efecto del clima, de la evolución y de las condiciones que han sobrevenido al hombre desde que fue creado. Dios no hizo Bautistas, Presbiterianos, Judíos, Gentiles, Católicos Romanos o Rosacruces. Esas son cosas que han acontecido o que hemos creado. Tampoco Dios nos hizo buenos a unos y malos a otros.
Ni aún nacemos con desigualdades sexuales; esas normas artificiales que imponen que la mujer es de sexo más débil. ¿Muestran ahora las mujeres alguna debilidad en los negocios y en el mundo profesional, o en los colegios y universidades? ¡Ni siquiera tratándose del pugilato! La idea tan extendida de que el hombre posee libertades que la mujer no tiene llegó a tales extremos que la mujer acaparó todas las libertades del hombre, surgiendo ahora un nuevo problema. Igualdad es lo único que hay ante Dios y la Naturaleza y hasta que nos posesionemos de tal cosa, de esa actitud mental, estaremos, entretanto, perdidos, porque puede suceder lo que no deseamos si no nos compenetramos de ello.
Puede que usted tenga complejo de superioridad o complejo de inferioridad, y ambos son igualmente malos... Ambos preparan la caída. La igualdad no significa ir por ahí diciendo: “Soy tan bueno como cualquier otro,” sino decir sencillamente: “Soy como los demás, con mis buenos y malos puntos.” “Soy un hermano, y todos somos hermanos y hermanas,” diciéndolo con sinceridad. No se apreste a formar una hermandad universal, pues el mundo no está listo todavía para eso. Pero por su propio bien póngase en una posición en la que comience a darse cuenta de que todos los seres humanos son iguales.
Desde el momento en que comience a entonarse con esta actitud universal y no contemple sus penas, quebrantos, necesidades y privaciones como cosa personal e individual; desde el instante que cambie su actitud haciéndose universal, comenzará a atraer el éxito. Desde ese momento abrirá las puertas para que fluya la inspiración Cósmica.
Esto no es algo que sólo consta en las Sagradas Escrituras o algo puramente filosófico. Es lo que millares de personas han comprobado como verdadero. Usted sabe, y yo también, que en este mundo hay ahora un Imperio Invisible compuesto de hombres y mujeres que van acercándose rápidamente al éxito que desean siguiendo una ley definida...
No es cuestión de religión, credo o doctrina teológica, sino una ley universal; la misma ley que hace crecer los árboles, que hace abrirse las amapolas por la mañana y cerrarse por la noche, la misma ley que hace crecer la hierba. Estas leyes no son religiosas sino Divinas porque Dios las inventó. Las lámparas eléctricas son cosas Divinas; el piso y el banco, lo mismo que el sonido de la voz, son Divinos porque Dios los hizo; pero las leyes de que hablo también son de sentido común, leyes universales. Mientras más pronto se armonice usted con estas leyes más pronto cambiará su vida y entrará en completa armonía.
Copyright
Este artículo fue publicado por el Consejo Supremo de la Orden Rosacruz AMORC, en la revista El Rosacruz correspondiente al mes Mayo de 1959, con copyright 1959 por la Suprema Gran Logia de AMORC – Todos los derechos reservados.-